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La uva, el origen de todo

La reina de nuestro oficio. No se puede crear un buen vino sin ella. Las uvas nos van diciendo la calidad que va a tener el vino. De hecho, en época de vendimia me paso horas realizando catas de uva. Me encanta cogerlas y tomarlas en el propio viñedo. Hace pocos días recibimos en Bodega Carlos Moro, en La Rioja, a un grupo de periodistas. Disfrutaron del ambiente de vendimia, del espectacular paisaje de San Vicente de la Sonsierra, y vivieron en primera persona la cosecha de Viña Garugele, reconocido como Viñedo Singular por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el pasado mes de julio. Allí, en este viñedo centenario y Singular, les di las claves para la cata de una uva.

Lo primero es fijarnos en el color. Nuestro tempranillo presume de un color azulado intenso y brillante. Pero la clave está en su piel. En ella se encuentran los principales parámetros de la uva que, después, analizaremos en el laboratorio. Es importante fijarnos en el hollejo y ver que éste es consistente. Si extraemos la pulpa, obtendremos mayor información. Y no podemos olvidarnos de las pepitas. Tienen que estar marrones y, al apretarlas, sabremos el punto de maduración del fruto. En nuestro caso, no buscamos una maduración muy avanzada puesto que el consumidor de hoy busca vinos más frutales, más frescos y fáciles de beber.

Las uvas tienen el inconfundible sabor del paso del tiempo, de la tradición, de la tierra.